Desde los indicadores macroeconómicos al máximo goleador de la Liga. Desde las tasas de natalidad al salario medio o las cuentas públicas. Desde la compraventa de viviendas hasta la temperatura media del verano. Si la gente se casa más por lo civil y menos por lo religioso. Si los extremeños son más de carne y los navarros más de verdura. Si se compra menos Volkswagen y más Opel. Si en unas zonas se muere más de cáncer y en otras de infarto. Si somos más de Coca-Cola o de Pepsi.
Vivimos en un mundo en el que cualquier hecho, cualquier fenómeno, puede transformarse en un dato. Todo, o casi todo, lo que ocurre a nuestro alrededor son datos.
Ahora bien, el dato es más que un simple número o una categoría. Como dice el Diccionario de la Real Academia Española, un dato es «información sobre algo concreto que permite su conocimiento exacto o sirve para deducir las consecuencias derivadas de un hecho«. Dado que la información es la base del conocimiento, el dato es un elemento que posee valor informativo.
A veces hay quienes critican la frialdad de los datos. Un ejemplo:
Hay cientos de familias anónimas detrás de los fríos y asépticos datos sobre #PobrezaInfantil vía @Desigualdadblog http://t.co/mfJXhm73Ix
— Ayuda en Acción (@ayudaenaccion) julio 27, 2015
Pero lo cierto es que los datos no son ni fríos ni calientes. Ni siquiera son buenos o malos en sí mismos. Simplemente son exactos y objetivos (siempre que no hayan sido manipulados, claro). Por eso, no sirven para enfriar o enmascarar la realidad; al contrario, nos ayudan a describir, calibrar la magnitud y conocer lo que nos rodea. Solo así tenemos la información necesaria para valorar una situación o unos hechos y, en su caso, para adoptar las decisiones que sean convenientes.
Cuestión aparte es que los datos puedan ser susceptibles de diferentes interpretaciones e, incluso, de manipulaciones. Un ejemplo recurrente es el que se produce cada mes cuando se publican las estadísticas de paro registrado y afiliaciones a la Seguridad Social: una simple cifra puede dar pie a numerosas y variopintas argumentaciones, generalmente organizadas entre quienes defienden al Gobierno y quienes lo critican.
El hecho de que unos mismos datos puedan ser utilizados para sostener una argumentación y, al mismo tiempo, la contraria está detrás del descrédito o la escasa credibilidad de algunas cifras. Y no es un fenómeno reciente, pues hace ya más de un siglo que el escritor Mark Twain popularizó la frase:
Hay tres tipos de mentiras: mentiras, malditas mentiras y estadísticas.
Y a Winston Churchill (1874-1965), que fue primer ministro británico, se le atribuyen estas otras citas:
Hay verdades, medias verdades, mentiras y estadísticas. / Solo me creo las estadísticas que yo, personalmente, he manipulado.
La mejor forma de luchar contra las posibles mentiras estadísticas, contra las manipulaciones y contra los errores es la transparencia, un principio en el que se ha empezado a avanzar en los últimos años, aunque todavía quede mucho por hacer. Y a ello contribuiría también un mejor entendimiento de la estadística, como defienden los investigadores y profesores del blog Ciencia crítica de eldiario.es:
Nos enfrentamos a una tormenta de resultados estadísticos que, combinados con las dificultades de acceso a los datos originales propias de un país con niveles sonrojantes de transparencia, nos hace muy vulnerables a la manipulación. Pero la estadística es una ciencia objetiva con unos criterios sólidos y matemáticamente establecidos. En lugar de desconfiar de la estadística, conviene esforzarnos – desde un sano escepticismo – en entenderla un poco mejor para asegurarnos de alcanzar la interpretación más correcta.
En esta tarea de dar a conocer mejor la estadística y facilitar el acceso a unos datos fiables están haciendo un gran esfuerzo los organismos públicos que integran los sistemas nacionales e internacionales de estadística, que cada vez facilitan más y mejores herramientas para el público en general. Y ello es así gracias a que existe un consenso internacional sobre la importancia de la estadística oficial como elemento indispensable para el derecho de los ciudadanos a la información. De hecho, los Principios Fundamentales de la Estadísticas Oficiales, adoptados por la Asamblea General de la ONU el 29 de enero de 2014, señalan en primer lugar:
- Las estadísticas oficales constituyen un elemento indispensable en el sistema de información de una sociedad democrática y proporcinan al gobierno, a la economía y al público datos acerca de la situación económica, demográfica, social y ambiental. Con este fin, los organismos oficiales de estadística han de compilar y facilitar en forma imparcial estadísticas oficiales de comprobada utilidad práctica para que los ciudadanos puedan ejercer su derecho a la información pública.
En Allisdata compartimos la idea de que es imprescindible contar con datos oficiales, objetivos, rigurosos y creíbles y que esos datos sean difundidos de la manera más accesible y comprensible para los ciudadanos en general. Porque creemos que son útiles para conocernos mejor como sociedad, para ejercer el necesario control sobre los poderes públicos y para poder adoptar decisiones razonadas y acertadas en cualquier ámbito de nuestra vida.
En Allisdata somos especialistas en comunicación económica y conocemos a fondo las fuentes de datos del país, fundamentalmente públicas. Por eso trabajamos para obtener el valor informativo de los datos, con el fin de elaborar análisis precisos, rigurosos y fiables que permitan conocer mejor el entorno en el que nos encontramos.
Tenemos el dato que necesitas. Porque si el dato existe, sabemos dónde encontrarlo.
Además, en este blog iremos explotando algunos de esos datos para presentar contenidos y puntos de vista novedosos. Y trataremos de recoger casos de buenas prácticas en la difusión de datos estadísticos.
Queremos sacar punta y disfrutar de los datos, porque all is data.